jueves, 5 de diciembre de 2019

Una exposición que da fe de la amistad de Picasso con su barbero.

Exilio y nostalgia. Dibujos inéditos y libros ilustrados de Picasso en la familia Arias.


María Esther Beltrán Martínez     Fotos: J.Carlos Santana

Andalucía, España.- La exposición Exilio y nostalgia. Dibujos inéditos y libros ilustrados de Picasso en la familia Arias es el reconocimiento de la gran amistad que tuvo el pintor malagueño con Eugenio Arias, quien era su barbero en Vallauris, localidad de la Costa Azul en la que ambos residían.

 La exposición cuenta con un total de 187 piezas, que se dividen en 103 dibujos (63 pertenecientes a las críticas taurinas de ABC, 35 en el ejemplar de Dibujos y escritos y 5 en materiales diversos), 77 grabados pertenecientes a cuatro libros ilustrados y cinco dedicatorias. Además, en la sala expositiva se proyectará el documental Picasso, mi amigo en el exilio.

Entre las piezas más destacadas de la colección se encuentra un ejemplar del libro Dibujos y escritos, con textos y dibujos de Picasso, publicado por Camilo José Cela en 1961. El libro consiste en una serie de dibujos y varios escritos  reproducidos en litografía a los que Picasso añadió un diseño de título y dos dibujos de un picador y un sol que fueron utilizados como filigrana y en las portadillas también litográficas. Pese a no contar con estampas originales entre sus páginas el volumen posee la suficiente entidad para compararse con buena parte de los libros ilustrados que se encuentran en el catálogo razonado publicado por Patrick Cramer  en 1983.

El Colofón afirma que la tirada completa de 265 ejemplares fue firmada por el artista  a lápiz pero el ejemplar que conserva la familia Arias no lo está algo que Picasso debió considerar innecesario pues contiene dos dedicatorias una de ellas en el estuche y la otra en la portadilla firmada y fechada el 9 de noviembre de 1966. Un regalo exclusivo para Eugenio por su 57 cumpleaños que sería seis días después.

Carlos Ferrer Barrera, curador de la exposición comenta que si hubiera que reducir a una sola las cosas que unían a Pablo Ruiz Picasso con Eugenio Arias, sería inevitablemente el amor por España. 

Los dos eran españoles exiliados y seguían con preocupación las noticias que recibían  sobre el destino de España.  

“Todo lo demás deriva, en mayor o menor  medida de ese sentimiento compartido. Desde el exilio, que en este caso del pintor era voluntario como una promesa propia mientras la dictadura de Franco siguiese vigente. Ambos amaban las costumbres y tradiciones de su país, como son los toros y el flamenco. Disfrutaban de la reuniones con vino, baile y palmas hasta altas horas de la madrugada. No todo era pasodobles y jarana. También compartían la inquietud por el destino de sus compatriotas y un fuerte compromiso con lo que les sucedía en territorio francés una vez escapaban de las garras franquistas, y así lo reflejó en su libro la activista Mercedes Comaposada Guillén”.

La exposición resalta debido que la mayor parte de las obras son inéditas habían quedado ocultas al público durante varios años. Poco después de fallecer Eugenio Arias en 2008, su hijo Pedro  encuentra un fajo de ejemplares del diario ABC en los que Picasso dejó señales y avisos de las críticas taurinas que le habían interesado, minadas de pequeños dibujos al tema como son dibujos de toros, toreros, picadores o escenas de la lidia en rotulador, cera o lápices de colores y con apellido Arias manuscrito. Esta correspondencia se interpreta al día de hoy como una suerte de entretenimiento espontáneo y correspondencia entre dos aficionados a la tauromaquia. 

Explica Ferrer que Eugenio Arias nunca tuvo la necesidad de grandes lienzos u obras de gran tamaño. Tampoco nunca intercambiaron moneda, pese a que Arias le cortaba el pelo con frecuencia, hasta destina su día de descanso para ir a afeitarle a su domicilio y tenía una caja de utensilios específica para Picasso, que este decoró con una escena taurina en pirograbado.

Con estos dibujos se observa la maestría en el dibujo de Picasso se muestra  en algunas cabezas y perfiles de toros, cuyos volúmenes se consiguen en un mismo trazo de rotulador, algo complicado sobre este soporte ya que la tinta se extiende con bastante amplitud desde el momento en que la punta contacta con el fino papel de periódico, expresa Ferrer.






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